[et_pb_section fb_built=”1″ _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_row _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″]<\/p>\n
[\/et_pb_text][et_pb_image src=”https:\/\/sergiopayares.com\/wp-content\/uploads\/2023\/11\/2000_5c26642344f36.webp” alt=”Sergio Payares” title_text=”Sergio Payares” _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″][\/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″]Sergio Payares inscribe su obra dentro de las decontrucciones m\u00e1s posmodernas de la pintura cubana de las \u00faltimas generaciones. Su planteamiento fundamental apunta a una metaf\u00ed\u00adsica del espacio y del ser en la que prevalece el cuerpo como fragmento y met\u00e1fora del hombre contempor\u00e1neo. Seres fragmentarios, diseminados en forma de peque\u00f1as cabecillas, diminutas piernas, \u00ed\u00adnfimos brazos, silueteados apenas por una estilizada l\u00ed\u00adnea negra, dise\u00f1an rituales danzas y m\u00e1gicos encuentros. A trav\u00e9s de estas peculiares figuraciones, Payares rehace el universo de lo humano y construye un discurso del hombre.<\/p>\n
Es su manera de ver el mundo; una personal visi\u00f3n de una m\u00ed\u00adtica sociedad humana donde todos los seres se dan para s\u00ed\u00ad mismos y para otros. Semejando un nido de peque\u00f1as hormiguillas, las cabecillas, manitas y bracillos forman un compacto conjunto din\u00e1micamente unido a trav\u00e9s de una febril actividad interconectada.<\/p>\n
Cabecillas, brazos, manos y piernas se mezclan con otros s\u00ed\u00admbolos, como el barco, la palmera, la luna o gigantescas construcciones arquitect\u00f3nicas, que semejan paisajes o ciudades de este vivo territorio de entrecruzamientos.<\/p>\n
Los cuadros despliegan a un hombre antropol\u00f3gico inserto en una imaginaria y ancestral comunidad como entorno.<\/p>\n
Todos los elementos apuntan a una gran met\u00e1fora, la comunicaci\u00f3n – el encuentro, como eje social de una ideal de convivencia comunitaria. Sin caer en mesianismos f\u00e1ciles ni en romanticismos fuera de contexto, Payares se interroga ontol\u00f3gicamente sobre la condici\u00f3n humana y su virtual potencialidad.<\/p>\n
Estos seres metaforizan al hombre ideal; un ser de lo posible, un humano potencial, que yace en la base de todo humanismo. Su postura es un replanteamiento ideol\u00f3gico de la condici\u00f3n contempor\u00e1nea.<\/p>\n
El espacio es monumental, dominado por fuertes l\u00ed\u00adneas gr\u00e1ficas entrecruzadas, que generan grandes fuerzas tensionales, a trav\u00e9s de profusas redes en estructuras compositivas.<\/p>\n
En cada cuadro hay r\u00ed\u00adtmicos recorridos lineales entreverados en las complejas y ricas mallas de l\u00ed\u00adneas rectas que atraviesan el espacio pict\u00f3rico y producen una definitoria contundencia visual. Esta es una da las fuerzas visuales de la obra. La linealidad compositiva sobre el espacio minimalista, vac\u00ed\u00ado y neutro.<\/p>\n
Payares elige como est\u00e9tica creativa la simplicidad gr\u00e1fica y el valor vital del trazado; trabaja su obra utilizando una gran econom\u00ed\u00ada de medios; sintetiza al m\u00e1ximo las figuras hasta dejar s\u00f3lo su esencia b\u00e1sica, sin usar subterfugios ni detalles anat\u00f3micos.<\/p>\n
Los fondos son de colores claros b\u00e1sicos, dominados por sutiles transparencias a\u00e9reas, que van de los verdes acu\u00e1ticos hasta los amarillentos y gris\u00e1ceos.<\/p>\n
Son paisajes imaginarios, que semejan vastos territorios vac\u00ed\u00ados y brumosos donde se afianza mayormente el sentido primigenio de estos seres imaginarios.<\/p>\n
En la obra “Tri\u00e1ngulo Uno” (2002), seis l\u00ed\u00adneas horizontales forman el plano mayor compositivo; sobre ellas se alinean tres cabezas ordenadas por un tri\u00e1ngulo; la cabeza superior, de perfil, proyecta desde sus ojos una l\u00ed\u00adnea sagital a manera de energ\u00ed\u00ada de la mirada; las cabezas de la base s\u00f3lo muestran su parte posterior, sin develar ninguna prosaica psicolog\u00ed\u00ada; las tres cabezas masculinas aparecen como presencias fracturadas que se implantan en un blanco universo c\u00f3smico.<\/p>\n
\u00bfAcaso reflexiones de un s\u00ed\u00ad mismo en tres tiempos? \u00bfAcaso espejos masculinos multiplicados en diferentes reflejos? En todo caso, Payares consolida aqu\u00ed\u00ad su firme po\u00e9tica metaf\u00ed\u00adsica del hombre. En la obra “Tiempo frente a frente”, dos figuras ancestrales casi id\u00e9nticas, sin brazos y de piernas estilizadas, posan sim\u00e9tricas una frente a la otra sobre un espacio neutro; en el medio, una palmera como \u00fanico elemento natural, el cual media entre estos dos seres de intensos encuentros. <\/p>\n
En la parte de abajo, m\u00faltiples barcos de guerra, carros y una pierna, definen el vibr\u00e1til movimiento que se desenvuelve ajeno a estos dos seres arrobados ante su alter ego o su espejo narcisista. <\/p>\n
En la obra “Camino de paso doble” encontramos una inmensa cabeza cuyo rostro ha sido borrado por un brumoso negro, eliminando todo detalle de las facciones.<\/p>\n
De ese rostro masculino, sin definiciones ni emociones, surge una malla de tensionales hilos organizados en formas piramidales, en cuyos extremos penden peque\u00f1as y delicadas piernas femeninas silueteadas, a la manera de pendientes o crucifijos.<\/p>\n
Hay una t\u00e1cita alusi\u00f3n a lo masculino-femenino entrecruz\u00e1ndose a trav\u00e9s de los dos signos polares, la cabeza masculina, las piernas femeninas.<\/p>\n
Muchas lecturas se desprenden de las ricas recomposiciones figurativas que Payares realiza en sus diferentes obras. Sin embargo, en todas ellas hay constantes que deslindan dos preocupaciones del artista: el signo humano y el encuentro entre lo masculino -femenino.[\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row column_structure=”1_3,2_3″ _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”1_3″ _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_image src=”https:\/\/sergiopayares.com\/wp-content\/uploads\/2023\/11\/2000_5c265f6806227.webp” alt=”Milagros M. Bello Chief Curator” title_text=”Milagros M. Bello Chief Curator” _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″][\/et_pb_image][\/et_pb_column][et_pb_column type=”2_3″ _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” global_colors_info=”{}”][et_pb_text _builder_version=”4.23.1″ _module_preset=”default” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″]Milagros M. Bello Chief Curator[\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][\/et_pb_section]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
M\u00c1GICOS ENCUENTROSSergio Payares inscribe su obra dentro de las decontrucciones m\u00e1s posmodernas de la pintura cubana de las \u00faltimas generaciones. Su planteamiento fundamental apunta a una metaf\u00ed\u00adsica del espacio y del ser en la que prevalece el cuerpo como fragmento y met\u00e1fora del hombre contempor\u00e1neo. Seres fragmentarios, diseminados en forma de peque\u00f1as cabecillas, diminutas piernas, […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":118,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"on","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","_jetpack_memberships_contains_paid_content":false,"footnotes":""},"categories":[3],"tags":[10,4],"yoast_head":"\n